Poco a poco iré contando los aspectos y experiencias de mi nueva vida en la República Democrática del Congo
(decía que la entrada del día cuatro iba a ser la última……)
Una comida de 3 o 4 personas en esa parte del mundo puede costar fácilmente unos 240 euros. Mis peleas tenía con Tomás,Txomin, etc, cuando íbamos a comer y me negaba a gastar semejantes cantidades. Un día que me tocaba pagar a mí, les llevé a un lugar venido a menos, donde acompañados de un grupo de ancianos jubilados maltratados por un camarero insolente y estúpido, nos dieron un menú del día por unos 10 €/pax; total, que me estuvieron recordando la dichosa comida, entre bromas, durante meses. Lo cierto es que no estaba muy allá.
Hoy, he celebrado una vez más (¡y va la tercera!) mi cumpleaños. Esta vez ha sido con los casi
130 trabajadores,
el menú ha costado 240 € y ha consistido en
chikuanga (mandioca cocinada para que dure, que al masticar parece goma),
thomson grillé (el pescado barato más común aquí) y
Nguba (cacahuetes, todo ello regado con cerveza abundante o bebidas gaseosas sin alcohol.
A la edad de 19-20 años (o sea, el siglo pasado) estaba estudiando en Barcelona y vivía en un piso alquilado junto con unos caspolinos muy ingeniosos que me pusieron el apodo de “Alberopoul……”.
Lo de
Alberopoulos no explicaré por qué, pero claro que tiene algo que ver con lo griego.
Lo de
“Clin” era el apéndice con sonido a chino, correspondiente a mi época de ferviente militante de un grupo marxista-leninista-maoísta en la que lo más importante de mi mismo, física, económica y espiritualmente, era entregado al partido junto con grandes dosis de vehemencia y dogmatismo. (Esa fue mi vacuna contra el sectarismo)
Hoy, he sido el “Clint….” con t que algunos/as me llamáis, y he saltado al estrellato durante algo más de dos horas pues en medio de una explanada, rodeado de todos los obreros, he salido al ruedo, levantado la botella de “primus” al aire y he sido contestado con una salva de aplausos, hurras, bon anniversaire, y demás expresiones de júbilo, puños y cervezas en alto.
Después, más de 100 fotografías con todos y cada uno puesto que insistían en hacerse una foto con el chef-mundele JM.
Bajo un sol abrasador, humedad rondando
80-90%, agotado por momentos, sin embargo creo que les ha gustado que hiciésemos esto y se ha conseguido hacer un poco más de equipo.
Quizás no sea en vano a la hora de “reussir” con este “grand défi” que tenemos planteado.
(ahora, ya domingo, me voy al río con Alfa y sus niños; los pequeños me enseñan lingala y yo español. O sea, ellos aprenden español y yo paso un rato agradable).
bo kende malamu