jmcongo

Poco a poco iré contando los aspectos y experiencias de mi nueva vida en la República Democrática del Congo

jueves, septiembre 27, 2007

 

HOMENAJE A ALFREDO Y A UNOS NIÑOS CONGOLESES

El lunes me llamó José Luis para decirme que nuestro común amigo de hace más de 40 años, Alfredo Matute, había muerto de repente.
Nos conocimos en Zaragoza, en los años sesenta; él como el resto del grupo que formamos vivía en Torrero, uno de los barrios emblemáticos de esa ciudad de donde era difícil que en aquella época saliera mala gente.
Hijo de obreros, luchador de causas imposibles, unos años después nos dimos cuenta de que él en Zaragoza y yo en Barcelona habíamos decidido tomar sendas similares y militábamos en el mismo partido, muy rojo en aquella época.
Alfredo tenía la sonrisa fácil y el corazón grande; un luchador.
No lo frecuentaba mucho pero en mi último viaje a Zaragoza estuvimos con él y su familia; le encontré optimista y feliz de tener a su lado a la gente que amaba.
Era profesor de instituto, y a pesar de lo difícil que es enseñar hoy en día a adolescentes me parece que creía en sus alumnos.
Quedamos en vernos el mes de diciembre para emborracharnos.

Esas manos, manos que reflejan todo lo vivido y soportado durante años, manos que rodean el cuello de la persona amada intentando retenerla para que no se vaya....Alfredo, ¿por qué te has ido?

Hoy, en Kinshasa, a dos manzanas de aquí han muerto dos niños en el incendio de la modesta casa de una planta.

Cuando me han avisado he ido corriendo y ya era tarde;
la multitud estaba allí pero no hacía nada,
hemos derribado la puerta y a dos pasos yacían dos criaturas carbonizadas.
Siento hablar de esto pero quiero que sepáis que aquí la muerte ronda cercana, se producen muchos accidentes evitables y casi siempre son los niños los peor parados.
La verdadera incultura, la desidia, la falta de previsión, la miseria humana, son la fuente inagotable de problemas y desgracias.

No deseo tocar fibras sensibles ni provocar comentarios, tan sólo hablar de un amigo que será recordado por mucha gente y de dos niños de los que nadie casi nadie hablará después de muertos.

domingo, septiembre 23, 2007

 

XAVI, la jeunesse

Tras el paréntesis de mi estancia en España durante dos semanas y media he vuelto a la RDC con refuerzos. estado actual de las obras (14 de septiembre de 2007)
El pasado 13 de septiembre nos encontramos Xavi y yo en el aeropuerto de Bruselas, él venía de Barcelona y yo de Jaca-Donostia-Bilbao; las nueve horas de viaje restantes hasta nuestra llegada al aeropuerto de Ndjili, Kinshasa, transcurrieron en animada charla en la que yo le contaba algunas de las cosas que iba a encontrar y él me exponía sus dudas y cuestiones.

Xavi es un joven arquitecto de 29 años que conocí cuando siendo todavía estudiante de arquitectura se animó a colaborar en el proyecto de construcción de un centro de salud que estábamos llevando a cabo en Haiti. Supuso todo un hallazgo para mí, pues si ya de por sí la gente que se engancha a estas actividades suele ser humanamente interesante, en su caso las cualidades superan la media con creces.

Con él me siento más arropado y menos sólo; por ahora nuestra relación es más que cordial y nos entendemos fácilmente. Tiene muchas ganas de trabajar; de aprender todo lo que mi experiencia, la obra nueva del hospital y este país puedan enseñarle; de integrarse con la gente y conocer sus hábitos y costumbres; de comer lo que le den, sean gusanos o el preciado fruto del mangusta; de aprender lingala a velocidad de vértigo; y mucho más que todavía está por venir.
XAVI y los hijos de M. Floride (David, Sara, Priscila)
Ha venido para ayudarme, así que yo estaré en la obra toda la mañana y él por la tarde. Cuando no estemos en el tajo haremos labores de oficina, organización, previsiones, estudio del proyecto, comunicación con España, y él especialmente se encargará de aquellos aspectos técnicos que yo ya no soy capaz de hacer.

Su padre, entre otra mucha gente, no entiende muy bien la razón por la que ha decidido venir aquí, a este país que se encuentra en la lista de los más atrasados, peligrosos y despreciables del mundo, según ese ranking que vaya usted a saber quién y cómo ha sido realizado pero que aparece siempre que uno va a viajar a uno de esos lugares. Quizás creen que es un paso atrás en su carrera profesional y un desperdicio de todas las oportunidades que la sociedad moderna europea puede brindarle.
Desearía explicarles que a mi entender están muy equivocados y el paso que ha dado supone un salto adelante muy importante en su vida.
La sociedad que ha dejado, aunque poderosa y avanzada en muchos aspectos es muy lenta e incapaz de reaccionar ágilmente, está algo enferma, falta de objetivos, carente de fuerzas, aburrida y ensimismada.
Las personas que salen de ese núcleo endogámico para conocer y aprehender otras culturas, medios y costumbres, así como aprender a compartir con su esfuerzo e ilusión toda la vida que aquí está en ebullición constante, no sólo no se quedan rezagados sino que son los que ocuparán los primeros puestos de no importa qué sociedad cuando así lo deseen.

Nuestra llegada a la obra el viernes 14 fue espectacular y emotiva, entre vítores y gritos de alegría, casi me saltaron las lágrimas. No se si es bueno, malo o regular, pero estas cosas a uno le alegran la vida y le ayudan a continuar, forman parte de los aspectos humanos olvidados por otros lares, eso y los tambores que aquí suenan los días de fiesta sin parar durante horas, o algún joven que pasea por la calle y canta a viva voz, y la constante disposición a hacer de cualquier cosa sin importancia un motivo de risa, de baile o de fiesta.
En cuanto al trabajo, éste ha continuado sin pausa en mi ausencia, aunque no al ritmo fijado pues no era tarea fácil;
no obstante, sin problemas serios la obra ha seguido su curso.

Ahora me encuentro con capacidad para poder comenzar a planificar etapas y tiempos, vamos a intentar terminar la estructura hacia finales de junio de 2008 y el resto de obra de albañilería e instalaciones a finales de 2009. Tienen que suceder muchas cosas todavía, estamos empezando, habrá problemas de todo tipo, pero espero que se cumpla el programa.
A mi vuelta, animando el hormigonado
De mi estancia en España, que fue un poco menos estresante que la vez anterior pero esas escapadas no son un descanso para mí. Y lo que es peor, no llego a ver a gente que quiero o no puedo dedicarles el tiempo necesario, mientras que debo aguantar a alguna persona que me importa mucho menos.

Una de las cosas positivas ha sido el encuentro con mi madre, alguien con una fuerza y energía extraordinarias pero que a sus 87 años ha comenzado a sentir los síntomas del declive. He visto en su cara el miedo a la soledad y el pánico a la decrepitud y pérdida de independencia (hace años que vive sola), una situación que la convierte en persona vulnerable y depresiva. Estuvo con mi hermana y después conmigo unos días, y creo que eso la ha ayudado a superar esta nueva crisis. La he obligado a tomar algunas cosas y convencido para que siga en su casa, con sus vecinos más próximos y sus amigas que la aceptan como es, en fin, con su verdadera familia de cada día. Le hemos dado algo de cariño y yo le he regañado (al parecer no sirvo para dirigirme a los seres que quiero sin exigirles y gritarles de vez en cuando), le he insistido para que tome líquidos, acompañado al médico y me he despertado por la noche cuando me ha necesitado. Todo ello ha surtido su efecto, está más alegre, agradecida y por el momento ha salido del pozo.
Me pregunto cuánto durará esta etapa dulce y de nuevo he pensado en la vejez. Dicen que cuando nos hacemos mayores vamos pareciéndonos cada vez más a nuestros progenitores, pero ello se hace más patente en los defectos que en las virtudes, quizás porque los defectos suelen aumentar con la edad. También dicen algunos que me parezco a mi madre, y claro, lo dicen cuando no les gusta lo que hago.
El caso es que a mi no me apetece vivir sin sentirme útil y necesario, no importa que ello sea como trabajador o simplemente como ser humano; arrastrarse como un ser inútil demandando unas migajas de cariño, sentir que tu hueco en la sociedad ya ha sido ocupado, son cosas que me aterran. Y públicamente pido compasión hacia mi persona por parte de quienes me rodeen cuando yo no tenga la fuerza para apartarme, cualquier cosa menos estar de más. A mi no me importa morir, lo que quiero es hacerlo dignamente y “en el escenario”.


Se cuenta el mito de que en las sociedades africanas los ancianos son respetados, tienen su lugar y son queridos; puede que así sea en las zonas rurales, tengo más dudas de que se cumpla en las grandes ciudades, siempre deshumanizadas y salvajes. El viernes todavía tuve que luchar con los jefes de obra, de equipos y de personal, para que no se desembarazasen de un anciano carpintero que me empeñé en contratar hace 6 meses; tiene más de setenta años y al parecer “no rinde” lo suficiente y lo ponían como excusa de que la faena no avance. Les dije que eso pasaba en mi cultura pero aquí creía que las cosas eran distintas, y que espabilasen en buscarle un trabajo adecuado a sus posibilidades o alguno iba a salir antes que él. El anciano trabajador me dijo hace tiempo que si tenía que irse a su casa se moriría de pena.

Y por lo demás………….,
la época de lluvias está llegando y la temperatura todavía es agradable;
hoy es domingo, luego entrenamos más largo;
los mangos están madurando en el “manguier” de nuestro patio y saben riquísimos;
me siguen pidiendo préstamos –y yo concediendo- para todo tipo de “cosas buenas y necesarias”;
a Xavi y Sebas los he mandado a pendonear un rato para que se conozcan, aprendan a quererse y me dejen un rato tranquilo;
el lagarto de colores azules y amarillos que tengo enfrente desde que he comenzado a escribir no se va ni aunque lo eche;
el traje de color azul celeste, zapatos y corbata que compré en Zaragoza para un ferrailleur que se va a casar, milagrosamente le sienta como un guante;
hay calma a mi alrededor y jóvenes que charlan y ríen en la calle;
me siento bien y pienso en las personas que quiero;
ya no aprenderé ni inglés ni lingala en esta vida pero no por eso deja de ser menos bella y me siento obligado a disfrutarla mientras dure.
Se ha ido el lagarto, me voy a dormir la siesta.

Kende malamu


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