Poco a poco iré contando los aspectos y experiencias de mi nueva vida en la República Democrática del Congo
Tengo un ratito y aprovecho para colgar alguna foto.
Sí, hoy ha sido un día duro:
Reunión con la Propiedad,
Decisiones acerca del funcionamiento interno de la empresa, organigrama de la misma, reparto de responsabilidades.
Discusión con los "conducteurs", decidir si uno de ellos se queda o no.
Explicar minuciosamente cómo realizar el encofrado de un forjado reticular ( es un determinado sistema que se utiliza para hacer el "suelo" que todos pisáis en vuestras casas de varios pisos). Hemos visto un vídeo con el equipo y después, "in situ" les he explicado cómo hacerlo y cómo deben organizarse para que no haya tiempos muertos, ni trabajos inútiles. Deberé explicarlo todavía unas 50 veces más, pero hay tiempo pues vamos a comenzar el primer forjado de 250 m2 y tenemos que construir ¡16.000m2!
Después, trabajo de oficina organizando fichas y fotografías del personal por equipos, para que sea más fácil conocerlos y ubicarlos.
Pedido de materiales y utillaje a España.
El día ha comenzado con gimnasia y remo a las 6 de la mañana, aunque debo reconocer que no hubiera salido a la terraza si no hubiese oido a Kumwamba que llegaba haciendo ruido a buscarme. ¡Se estaba tan bien en la cama!
El desayuno, como siempre, en condiciones: 2 nueces, un plato de cebolla con medio aguacate, un vaso de yogurt con cereales, piña natural, zumo de naranja natural mezcaldo con polen de abejas, levadura de cerveza y no se qué más, y un te. ¿No está mal, eh?
Con eso aguanto hasta mediodía que tomo unos cacahuetes y un café.
La comida-cena será ahora, a las ocho de la noche.
Una característica común a los congoleses que tengo alrededor, quizás a la mayoría de los habitantes de este país, tal vez a millones de africanos, es la superstición. Casi nada sucede, ni bueno ni malo, que no sea fruto de agentes externos, fuerzas ocultas, la providencia, la buena o mala suerte. Especialmente cuando se trata de enfermedades desconocidas o medianamente graves, y no digamos ya de la muerte; en estos casos siempre hay alguien que les ha querido hacer mal.

Por ello es difícil que unos se enfrenten a otros o asuman un papel radical de un modo directo, sin mediar antes un hecho grave que pille a la gente en caliente; en este caso sí que se puede llegar a mostrar toda la agresividad contenida durante mucho tiempo. Algo parecido lo he conocido en los pueblos pequeños de España, donde la gente siempre sabe que todo enfrentamiento duro con un vecino será motivo de disputa y daños más o menos directos para el resto de sus días.
Recuerdo ese asesinato que hubo hace unos meses en un pueblo del pirineo. Desde el principio vaticiné que era cosa de los vecinos.
Historias de hechicerías y sortilegios me cuentan cada dos por tres, en cuanto doy la mínima ocasión. Yo escucho con respeto, a veces hago alguna pregunta, y raras veces esbozo una media sonrisa.
NGOY, chef béton
La región de Bandundu es, al parecer, especial en este aspecto. Sus gentes son muy supersticiosas y los jefes locales ejercen una gran influencia entre sus súbditos.
Me contaban, por ejemplo, que una forma de no involucrarse en las guerras o de evitar la intrusión de extranjeros en busca de tesoros y riquezas del subsuelo, era hacer desaparecer los poblados previamente a la visita de esos intrusos. Los jefes organizaban el camuflaje y/o la desaparición de las cosas y personas de tal modo que se podía pasar por allí sin enterarse de nada. Una vez atravesada la zona, preguntaban ¿dónde se encuentra tal pueblo? y la respuesta era: "Pero si acabas de pasar por allí".
Hala, y ahora me voy a descansar un poco que ya es hora.
Kende malamu
PD. Lo siento, de nuevo no entra ninguna otra imagen. El pobre Ngoy se queda ahí un poco solo, aunque lo de sólo es un decir porque con 47 años ya tiene 9 hijos, el mayor de 23 y la menor de 9 meses. Es pequeño de estatura, pero peleón, muy activo, duro y potente. Enfin, un buen remedio en algunos casos.