jmcongo

Poco a poco iré contando los aspectos y experiencias de mi nueva vida en la República Democrática del Congo

martes, febrero 05, 2008

 

ALGUNOS AFRICANOS

Martes cinco de febrero de 2008

















caniveau ala izda. y Pitchou haciendo no sé qué a la dcha.

¿Qué puede caracterizar a los africanos, o a los congoleses, o a los kinois?
Es abstracto, se generaliza, cometemos el riesgo de equivocarnos, nadie es igual al vecino, pero tendemos a buscar una explicación a todo, comprender determinados comportamientos y clasificar todo ello por zonas, materias y caracteres, en compartimentos más o menos estancos.

En esa línea y con perdón, voy a transmitir opiniones, fragmentos de escritos, ideas propias, todo aquello que pueda ayudar a los que no habéis estado por estas maravillosas tierras, a conocer y entender a las personas que en este momento me rodean:
A algunos “kinua”, por extensión a muchos congoleses, o mucho más ampliamente a una buena parte de los africanos.

“había subido al árbol con una larga vara para recoger la fruta; en algún momento se dislocó el hombro. Todo el mundo le escuchó gritar. Los hombres corrieron a coger una red de pesca, lo instaron a saltar. Le llevó una eternidad armarse de valor para decidirse hacerlo. Cuando parecía que iba a saltar, se detenía para gritar nuevas instrucciones: ¡a derecha! ¡a izquierda!.
Cuando por fin saltó, la red no estaba suficientemente tensa; cayó sobre el suelo con gran estruendo, se rompió la pierna y lo llevaron para que lo viera el curandero.
Durante mucho tiempo jugamos a eso, al juego de P. K. saltando del árbol de la fruta del pan”


Aquí, la figura del “noko”, hermano mayor de la madre, es muy importante, más que la del padre. Es quien se puede ocupar de la educación, es quien decide la dote, es quien se ocupa de ti o te gobierna en cierto modo.
Según creo, esto sucede en una sociedad matriarcal pero al mismo tiempo machista.

















Obreros haciendo la escalera y la boda de Kumwamba


“fue antes del ocaso. El río estaba en calma. Ella accedió a su petición. ¿Qué otra cosa podía hacer? Ya en el agua él se alejó, adentrándose en las zonas profundas. Le dijo que le siguiera. ¿se trataba de un juego? Él estaba juguetón y ella tenía una parte curiosa y dispuesta, dispuesta como lo está alguien a quien jamás han hecho mucho caso.
Los dedos tiran del extremo mojado de la lappa, ésta se desenrolla y flota sobre la superficie del agua.
Ella piensa en cómo la agarra él, en la fuerza de los dedos que le aprietan la carne de los brazos, juntos van hacia la otra orilla alejándose de las casas.
Es la décima esposa. Está sola con este hombre, su marido. Confusa. Cada vez tiene menos esperanzas de que este comportamiento imprevisto sea la manifestación de un ardor repentino…..
Y así la lleva fuera de la vista de todos…le dice lo que sabe, repite lo que se comenta. La han visto. Los han oído. Le ordena que confiese…y ella, con los dedos de los pies estirados sin tocar fondo y la barbilla alzada…..Confiesa.”


El sentido de la verdad y la mentira en la cultura en la que yo me he formado, del robo o de la palabra dada, aquí se trastocan, se difuminan, pierden valor y adquieren otra dimensión.
Se puede decir con la mayor naturalidad del mundo una cosa o la contraria en función del momento:
Sé con toda seguridad que un trabajador se ha ausentado un día determinado sin justificación. Le pregunto directamente y dice: No es cierto, estás equivocado. Impasible. Yo creo que él lo cree así, sin más.
Desaparece una herramienta importante y cara. Hay jefe de taller, de almacén, vigilantes, pero nadie sabe nada, nadie es responsable. Todo el mundo conoce, pero nadie dice nada. Alguien tenía una necesidad, una deuda o una urgencia.
Ah, y mucho menos se habla de robo, se utilizan eufemismos como desaparición o pérdida.
Dejar un objeto de un cierto valor o curioso, a la vista, olvidado momentáneamente, significa que ya no lo verás más o aparecerá tiempo después roto e inútil.
A veces yo no lo llamaría apropiaciones indebidas, tal vez curiosidad, urgencia, o cultura de las cosas compartidas.
Dice una canción:
“Jefe, guárdalos, guárdalos entre tus cosas
porque aquí se acerca el Ladrón de Esposas”

“Mi madre me dijo:
De soltera abre bien los ojos. Y cuando te cases cierra uno.
Pero en vez de eso, lo que cerré de joven fueron los oídos. Me negué a escuchar a mi madre. Todo lo que deseaba era alejarme lo más posible de ella……podía hacerme daño, pero lo que me importaba entonces era hacérselo a ella.”
Esto es universal, pero no por ello menos africano.
A los blancos se nos tiene miedo. Y puede que desprecio, o simpatía; podemos causarles hilaridad y sorpresa por las cosas raras que hacemos o por nuestra torpeza. Casi nunca entienden la razón por la que nos empeñamos en cambiar sus vidas.
Pero el miedo es porque si nos vamos nos llevaremos el dinero y el trabajo, porque podemos ser muy poderosos, porque los blancos les han golpeado y ultrajado durante centenares de años, porque así lo tienen grabado en la memoria colectiva.
Casi siempre hay una frase preparada o improvisada, divertida o ultrajante para un mundele. Pero un momento de tensión puede desaparecer de súbito si haces un esfuerzo por hablar su lengua.
“En el suelo había un círculo hecho de agujeros que se llenarían de sangre, uno tras otro. Lo que recuerdas luego no es el dolor. Eso se olvida, como el dolor de dar a luz. No, lo que recuerdo con pelos y señales es el sonido de la hoja de metal que corta la carne….Cuando haya acabado, levántate y camina. Me prometí a mí misma que lo haría. Me apreté un pedazo de tela contra los muslos. Me temblaban las piernas. El dolor me llegó a oleadas, me rompió por dentro…
Dos veces nos convertimos en mujeres. La primera es cuando nos inician. La segunda es cuando acudimos a la habitación de nuestro esposo.”


Nada permanece estable por mucho tiempo, ni las cuatro paredes donde se alojan, ni el vestido que se ponen, ni el aparato de música o el teléfono móvil que sacan de no sé dónde.
No hay instrumento fabricado por un blanco que un africano no destruya, ni aparato que un europeo haya dañado que un africano no sea capaz de reparar.
Algo así leí un día y doy fe de que básicamente es cierto.

Mi maestro Ryszard estuvo a punto de morir en el desierto sahariano, iba en un camión conducido por Salim, que se averió, cómo no, en medio del desierto. Pensó que Salim no compartiría el agua con él, algo natural pues así habría alargado más su vida. Pero no, se la dio casi toda cuando Ryszard comenzó a tener alucinaciones y le permitió vivir aún a riesgo de perder su propia vida.
¿Y el sentido del humor?
En el peor de los momentos, cuando yo estoy cabreado como un mono, o cuando pienso que no tienen ningún motivo para estar bien, cuando hace un calor terrible e inhumano, cuando se está trabajando en condiciones duras, o en el transcurso de una reunión dura, alguien dice un chiste, o yo cuento no sé qué anécdota, y de súbito todos comienzan a reírse y olvidan la tensión.
No hace falta casi nada, un simple comentario como “me voy a casa porque mi mujer se va a divorciar de mi otra vez”, para que todos estallen en carcajadas.

“Fue la primera vez que vi cómo los europeos optan a menudo por hacer las cosas de la manera más complicada. Las monjas preferían llevar los libros bajo el brazo y no sobre la cabeza, de modo que siempre teníamos que correr delante de ellas para abrirles las puertas.
Una vez, en la ciudad, vi a una blanca que empujaba un carrito con su bebé dentro. Sudaba y echaba pestes, las ruedas no dejaban de tropezar con raíces y baches. Al final dos
hombres corrieron a ayudarla, llevaron el carro sobre los hombros y se lo dejaron en la puerta de la casa. La madre trotó detrás de ellos dando voces, como una gallina a quien el halcón le ha robado el poyuelo. Y las otras mujeres, con sus hijos en la espalda, se pararon a observarla”.
Hoy les he dicho a los conducteurs - jefes de obra-, en una tensa reunión en la que he hablado del programa de enero no cumplido, del conato de huelga en mi ausencia, de la falta de rigor en su trabajo, de su poca concentración y seguimiento de los temas…ufff…
Pues les he dicho que en doce meses de trabajar juntos no han sido capaces de aprender todo lo que les había repetido decenas de veces y yo tampoco he aprendido el lingala.
Les doy cinco meses más para que gestionen debidamente este grand chantier y yo otros tantos para aprender algo de lingala de una puñetera vez.
Si no somos capaces nos largamos todos de la obra





Preparando una paella con Ruth en casa de Carine (dcha)

*he hecho uso de algunos extractos del libro “el jardín de las mujeres”, espero que no se enfade su autora cuando lea, admirada, mi blog.
Mokolo malamu (que paséis buen día)

Comentarios:
En realidad esto de que una cosa puede ser una o la contraria en función del momento... es típico también de aquí. Para mi es una traba para trabajar cómodamente, aunque para el qué lo asume como verdad/mentira debe de ser una buena excusa para trabajar cómodamente. En fin, ... que habas cuecen por doquier.

Sea como sea, el confundir las cosas voluntaria o involuntariamente es algo que me causa estupor. Anda ánimos, campeón! A ver cómo te sales con la tuya...
 
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