Poco a poco iré contando los aspectos y experiencias de mi nueva vida en la República Democrática del Congo
Nosotros, los que hemos venido desde fuera para trabajar aquí, tenemos la posibilidad de ver, conocer y comprender la realidad de la República D. del Congo desde nuestro tajo, donde convivimos a diario con más de 120 obreros.
Los domingos si asistimos a una boda, a una casa donde nos han invitado a comer, hacemos una escapada al río o a ma Vallée, a las cataratas de Zhongo o a una fiesta como la que hace unos días preparamos con todos los obreros (
en la que por cierto aprovechamos para hablar de la posible construcción de viviendas para sus familias, hicimos un sorteo con todas las prendas que amablemente nos han donado algunos comercios de Jaca –Alcorce, Deportes Chus, otros que añadiré, particulares y la inestimable ayuda de la gran Asun – y bebimos cerveza) , en fin esas horas que aprovechamos para descansar y charlar con los congoleses que tenemos al lado, también nos sirven para hacernos una idea aproximada de lo que por aquí se cuece, de la manera de ser y pensar y de los usos y costumbres.
Y es que estamos en Kinshasa, amalgama de culturas de un país donde los del ecuador tienen poco que ver con los bacongo, o los balubas, o la gente que proviene del Este.., aunque al final todos tienen que entenderse como mejor pueden y aprender una lengua común que es el lingala.
Aquí ves de todo y a todos; nos falta desplazarnos a sus lugares de origen, conocer “
ses ancêtres”, y las costumbres que allí han dejado, pero algún día lo haremos y os podremos contar con más detalle.
Mientras tanto, miramos a través de “nuestra ventana” y vemos cosas que nos hacen pensar, sonreír y nos enseñan a comprender y valorar mejor.
Esto es lo que hacíamos ayer por la tarde, en la oficina, cuando tras escuchar las voces habituales de nuestros niños vecinos, se me ocurrió ver lo que hacían.

el banco, en posición vertical hace de atrilCon un banco de madera puesto a modo de atril, ¡cómo se discurre cuando no se tiene nada!, un par de sillas y banquetas rotas, y un pedazo de madera a modo de micrófono, se habían montado un salón de actos y una función entre religiosa y festiva. A cada momento salía uno para explicar alguna cosa, desde su atril, soltando unas parrafadas muy largas, aplaudiendo, gesticulando, tan pronto muy serios en plan “pastor” o yo qué se la cantidad de cosas que se decían.
Cuando tenía su edad, hace ya muchos años que han pasado esos años, hacíamos cosas parecidas, o íbamos al río a jugar y pelear, o a robar fruta de los árboles que podíamos pillar o jugando a “médicos” con mi amiga Elda, a cocinitas, todo muy parecido a lo que aquí hacen los niños, y nada que ver con lo que hacen los del mundo “desarrollado”.
No voy a analizar ni a juzgar por esta vez, pero si por un momento tuviera la oportunidad de elegir entre la TV y demás artilugios audiovisuales, los juguetes sofisticados en lugar de mis indios de plástico, las clases de inglés, piano, etc., y lo que ayer veía desde mi ventana….., me tiraría de una salto desde ella sin pensarlo.

Este sábado, que aquí es festivo, vamos a hacer 18 km en el entrenamiento de la mañana. Será la distancia más larga que hayamos hecho aquí.
¡Ah, y el equipo de atletismo “kokima te” ya consta de 15 personas! Seguimos creciendo.
en el mismo patio, antes cocinaban así, bajo el manguier y ahora, tras la tala, cocinan así



una mañana cualquiera se concentran en el patio, se peinan, dan de mamar al bebé, hacen el haragán, juegan.
A la dcha, una tarde, desde otra ventana, la del coche, obreros charpentiers o algo similar a la salida del boulot